Como en muchas otras prácticas de la vida social, también en la planificación de la educación superior se vienen sintiendo en todo el mundo los efectos de una cultura tecnocrática que considera superflua la formación en filosofía y en humanidades. Ello va acompañado del sometimiento de la entera actividad académica a parámetros cuantitativos de medición propios del mundo empresarial y a una campaña febril de vigilancia de su cumplimiento. Estos peligros son muy serios, pero no del todo nuevos. Ya en el año 1798, Immanuel Kant publicó un libro titulado El conflicto de las facultades, en el que advertía tempranamente sobre las amenazas que se cernían sobre la filosofía y las humanidades por aquellos mismos motivos: la tendencia tecnocrática y profesionalizante de la educación superior y la injerencia de una clase burocrática en la gestión de la vida universitaria. Aquel texto fue premonitorio en su momento y hoy es un insumo indispensable para pensar en el futuro de la universidad y en el sentido de las humanidades. Lo ha sido también para el Centro de Estudios Filosóficos y el Departamento de Humanidades de la Pontificia Universidad Católica del Perú, al tomar la decisión de organizar un congreso internacional dedicado precisamente al tema, en el que participaron filósofos y pensadores de catorce países. El título del libro de Kant nos sirve, pues, de marco conceptual y de estímulo para reflexionar sobre las razones que están conduciendo a una crisis de las humanidades en la formación universitaria contemporánea y para debatir sobre los modelos de verdad y de sociedad que subyacen a este proceso.