2014
En la primera parte de la investigación se reconstruirá y sistematizará los dos modos principales en que se ha entendido el poder en relación con las tareas y el objeto de la Filosofía social contemporánea. El primero, de naturaleza hobbesiano-weberiano, entiende al poder como la capacidad de determinar externamente el comportamiento ajeno, esto es, como una relación de dominación y subordinación. El segundo, de corte spinoziano-nietzscheano, lo describe más bien como un principio ontológico constitutivo. Poder es aquí la fuerza inherente a todo organismo que hace posible su auto-conservación. Es, por ello, condición necesaria de la constitución de la identidad y, por tanto, de la existencia misma. En la segunda parte, se indagará acerca de las maneras en que puede entenderse la crítica social según cada una de las comprensiones del poder. Así, se defenderá la tesis de que en el marco de la tradición que se remonta a Hobbes, la crítica es el cuestionamiento a las relaciones ilegítimas de dominación. Aquí se trata del problema de la voluntad individual sojuzgada injustificadamente por una entidad extraña, esto es, del control externo de la voluntad o heteronomía. Según la segunda tradición, la crítica pasa más bien por la indagación acerca de la historia y las circunstancias concretas del surgimiento y los procesos de transformación de un determinado orden socio-político. La crítica del poder es aquí una actividad reconstructiva, un análisis de los diversos modos en que este ha operado y sigue operando en la creación del mundo social. A partir de lo anterior, se concluirá que es la segunda aproximación la que responde de modo más adecuado a las exigencias actuales de la Filosofía social. En esta línea, se defenderá la tesis de que tal crítica genealógica permite lanzar una mirada escrutadora hacia la historia de las instituciones y prácticas vigentes.